El Salvador Hostel & Drinking House

El nombre es totalmente justo. Aquí, para todos, la chela es alimento de primera necesidad, infaltable en las compras del mercado cada semana. Y lo más chévere es que la chancha (o "vaca", si te quieres aporteñar) prácticamente no existe. Un día la pone uno y algún día la pondrá otro. Una familia unida y feliz conformada por (en orden alfabético para evitar atentados contra mi habitación):

Camilo: Hijo predilecto de la casa. Llegó desde Pasto, Colombia, y trajo tras él una cantidad incalculable de residentes. Amante de la electrónica y de la idea de no haber nacido en su país. El de la chompa verde con cuello fosforescente.

Christopher: Híbrido bulgaro-peruano-canadiense (hijo de los dos primeros, nacido en el último), se ha destacado por sus habilidades florísticas. O sea, se le sale lo perucho. El de bufanda roja.

Felipe: Gigoló colombiano y digno representante de Pasto, llegó a El Salvador gracias a Camilo. Confeso adicto a las porteñas y borracho feo, de esos que dan serenatas dentro del hostel. El del polo de The Killers.

Jonhattan: Nuestro querido Príncipe Carlos. Francés pudiente y revolucionario entre las féminas. Nos abandonó pero sigue llamando para preguntar si hay mujeres latinas disponibles. El de casaca verde.

Michella: Madre mía y mujer de Vincent, el suizo, lo cual no significa que sea mi padre. Vecina a la que le tocamos el muro para que salga a chupar y gran amiga. Perucha tenía que ser. La de gorrito.

Sebastián: Se nos vino desde Santiago del Estero, sin porteñadas, un argentino de verdad. Hace negocio dentro del hostel tendiendo redes de cable para Internet en los cuartos. Chupa y pone para chupar. Es la voz. El de barba.

Sybille: Otra franchuta que se nos fue. Estuvo poco pero dura en el recuerdo por a su florido léxico lisuriento en castellano y sus eternas ganas de salir a chupar. La de la bufanda blanca.

Y bueno... al borracho de la chompa marrón ya lo conocen. Faltan el suizo y varios más, pero en resumen, ¡qué bonita vecindad!